10 sept 2015

*En la piel*


Me he metido en una piel que no es la mía, pero sí que lleva unos cuantos pedacitos, surcos y arañazos de mi sangre.

En la piel de alguien triste, que ha dejado de sonreír como lo hacía.

En unos ojos que han perdido el brillo y la alegría, que se han teñido de oscuros surcos de tristeza, decepción y desaires.

Calla y disfraza sus problemas, aunque estos la van pellizcando el alma, y la van haciendo más vulnerable.

No quiere dejar de soñar, porque no puede dejar de soñar con alguien.

LLama a las cosas por su nombre y apellidos, pero a otras, prefiere no nombrarles.

Sus besos, ruidosos y sonoros, se han transformado en leves caricias de aleteos olvidados.

Solía soñar despierta con mundos maravillosos y prefiere caminar dormida para no tener que recordarles.

Pasea despacito por la vida, para no hacer ruido, y evitar que se levanten los fantasmas tan temidos.

Se va para olvidar, porque los recuerdos hacen daño, y no deja de rozarlos con los dedos de la mano.

Mi dulce piel, has dejado de mirar, y es hora de mirar más por ti, porque quedarte es buscar, quedarte es morir.